Desde hace tiempo siento un enorme peso sobre mi, me siento cansado...
Una noche después que fui con mis amigos para hacernos los hombres entrando a la casa de la Señora Cleotilde que había muerto de un infarto según dicen, sentada en una mecedora frente a un espejo. Entramos a esa habitación llena de espejos y sabanas no volví en mi mismo después de lo que vi en ese gran espejo al que me situé después de que todos inspeccionábamos con nuestras lámparas.. En realidad no se ni lo que yo mismo vi, los demás estaban a unos cuantos pasos de mi, pero ese enorme espejo me atrajo y me paré junto a el. ¿Qué? ¿Esto es real? No, no puede ser. Los demás a mi espalda comenzaron a gritar, pero mi cuerpo estaba helado, después de ese leve empujón que me dio Fernando salimos corriendo de ese lugar, bajamos como pudimos esas escaleras anchas con cientos de espejos, pero ya no quería voltear. Escuchaba las pisadas tras de mi, sabiendo que era el último, Carmen se callo pero fui demasiado cobarde y seguí corriendo, todos lo hicimos. La puerta se atasco durante un segundo pero logramos abrirla y salimos disparados hacia el bosque helado, mi garganta me ardía y mis piernas se entumecían. Nadie esperó a nadie y llegue a mi casa. Ninguno de mis padres me pregunto donde había estado, ya me era costumbre llegar a altas hora de la noche.
Al siguiente día tenia que ir a clases a esa pequeña escuela en el centro de nuestra ciudad pero Carmen no asistió, ni ese día ni los siguientes. Al cabo de unos días vimos por las ventanas del salón a los padres de Carmen, desolados y con lagrimas en los ojos. Al poco tiempo vino uno de los profesores a preguntarnos si la habíamos visto, ya que desde el domingo ella no aparecía. Los cinco nos quedamos mirando boquiabierta ¡El domingo fuimos a esa maldita casa! pero al parecer ella no llego. A nosotros cinco nos hicieron salir del aula, y Esperanza caminaba entre sollozos. Santiago fue el que dio la cara y dijo dónde habíamos estado a los policías que llegaron 5 minutos después de que nos sacaran.
Al parecer varios uniformados se estaban preparando para ir, mis amigos me dijeron que fuera, pero yo no quería. A las dos horas Fernando y Santiago tocaron a mi puerta y me dijeron que Esperanza y María se quedaron con los padres de Carmen, y entonces me dieron la noticia. Sí, Carmen había sido encontrada en uno de los baños de esa mansión dentro de una tina con las muñecas abiertas con el pelo cortado y apuñalada múltiples veces. !No¡ esto no puede estar pasando, como había de ser posible, me sentía culpable. Nadie tenia respuestas, ni los propios policías.
Esta noche tan fría no me importa en lo absoluto, no quiero pensar en nada, pero de pronto se me viene a la mente a la pobre de Carmen y la imagino en una tina podrida llena de sangre. Entonces me doy cuenta que el alumbrado de la calle empieza a fallar y se apaga completamente, uno tras otro faro se apagan. !No¡ Empiezo a sentir lo helado de mi cuerpo y siento un deja vu. Un faro entre la oscuridad titila, y bajo esa luz parpadeante veo el gran espejo, ese jodido espejo que me ha causado tanto pavor en las noches. Pensé que ya lo había superado, !pero no puedo!. Doy la vuelta para correr el dirección contraria pero cuando giro mi cabeza en vez de alejarme de esa cosa parece que se acerca. Y de pronto quedo frente a el, me encuentro de nuevo en esa habitación empolvada con sabanas y espejos, sin una luna que me brinde un poco de luminosidad. Estoy de nuevo ahí, petrificado con mis ojos saliendo de mi órbitas y entonces lo veo de nuevo. La señora Cleotilde sentada en una mesedora, con ese gesto de autosuficiencia.!Esto no me puede estar pasando a mi!. La imagen cambia radicalmente , !ME VEO A MI CON MIS MANOS LLENAS DE SANGRE! En un baño fétido y oxidado y frente a mi una tina con Carmen dentro. y en mis manos ensangrentadas un cuchillo afilado goteando sangre.
Todos salen corriendo de esta habitación tan hermosa, llena con una capa de oscuridad. Y enfrente encuentras tu reflejo, macabro y conocido como siempre. Decides perseguirlos, y una chica cae al suelo mientras los demás salen corriendo por la puerta. Decides sacar ese cuchillo que pesa tanto en la bolsa trasera de tu pantalón y lo empuñar contra aquella chica tan indefensa que ríes de placer. La tomas de los cabellos y tiras fuertemente, la arrastras escaleras arriba. La chica grita y comienzas a excitare, la adrenalina corre por tus venas. Pero te cansas de sus gritos, tiras mas fuerte mente y con un hábil tiro cortas todos sus pelos, la amenazas con el cuchillo. Encuentras esa habitación que estabas buscando, un baño con tina. Demasiado bien para la escena que preparabas, la metes ahí. Rompes su pantalón y haces trazos en sus piernas... comienza a brotar sangre de esos trazos, pero esta gritando demasiado y opone mucha resistencia. Te querías divertir más pero el plan comienza a salirse de control. La apuñalas una y otra vez hasta que calla, y por último cortas sus muñecas... Te diriges de nuevo a esa habitación y te sientas en esa mecedora, te balanceas de adelante hacia atrás. No soportas las ansias y rompes el espejo con las dos manos, de las cuales, la derecha la ocupaba el cuchillo. El espejo cae hecho añicos al suelo y sales de ese transe que no sabes desde cuando te había estado hipnotizado. Pero en lo que sales del trance, el espejo va cayendo lentamente al suelo, y detrás de el esa señora tan temible sentada en la mecedora en la que hace pocos segundos estabas sentado. Das un paso hacia adelante, pero solo te topas con el cristal. La señora Cleotilde comienza a reír de una manera frenética y entonces te percata que estas dentro del espejo... Comienzas a sentirte más helado y en el pecho algo se empieza a cristalizar, tu corazón deja de latir, se vuelve aún mas helado que comienza a quemarte. Te pierdes en la penumbra poco a poco, hasta que olvidas quien eres. Ya no queda nada para ti, ya no le perteneces al mundo, porque tu existencia ya ha sido tomada.
